El viaje ha empezado con un viaje en AVE hasta Sevilla. Todo bien, sin incidencias. Nico, encantado.
El tren pato! |
Hemos llegado a la estación de Santa Justa, y de ahí nos hemos desplazado al hotel. Hemos dejado las maletas, y después de comer, nos hemos ido al casco antiguo, a ver si podíamos ver alguna procesión.
"alguna" jajajjajaja. Un poquito de procesión hemos visto, sí.
Primero hemos ido a buscar la procesión de la Borriquita. Íbamos con la información en tiempo real del Diario de Sevilla, que nos decía (supuestamente) en un mapa por dónde iban las diferentes procesiones. Y allá que fuimos. Pero la sorpresa fue que llegamos a donde debería estar el paso, y... no estaba allí. Así que fuimos en su búsqueda hasta que la encontramos. Por lo que vimos, la procesión iba como con dos horas de retraso respecto a la información del diario. Así que útil-útil, no nos fue la información.
Aquí unos miran la procesión y el otro va de youtuber |
Como el paso de la borriquita lo vimos de espaldas, subiendo por la calle Orfila, dimos un rodeo para intentar verla de frente. Ahí descubrimos lo que parecía una gran organización. Había una calle (Martín Villa) cortada por las graderías que colocaban para poder ver las procesiones torcer hacia la calle Sierpes. Ok, ningún problema. Nosotros volvimos desde la calle Orfila por la calle de la Cuna. Torcimos por la calle de la Cerrajería para llegar a la calle Sierpes. Y por la calle Sierpes, ya bajaban unos encapuchados. La organización parecía buena: unos policías municipales interrumpían la procesión de vez en cuando, para que la gente pudiera atravesar, usando unos pasillos con un carril de circulación por sentido. Así que cruzamos y nos adentramos por el casco antiguo, por la calle Rioja.
Parecía todo muy bien organizado, pero no |
Y ahí llegamos a una serie de calles donde nos íbamos encontrando calles cortadas por doquier, por diversas procesiones. Calles que antes se podían cruzar, ya luego no se podían. Calles cortadas por nazarenos. Calles cortada por graderíos. Gente intentando pasar. No podíamos salir. No había manera de volver a aquel paso de la calle Sierpes. La gente iba y venía. Buscábamos atajos por patios interiores. Torcíamos calles hasta llegar a callejones sin salida. No podíamos salir. Y la gente parecía igual de desesperada que nosotros.
Finalmente, luchando con los feligreses, e incluso ayudando a salir a una chica que se estaba mareando, atravesamos una procesión y pudimos salir del casco antiguo.
Al fin libres, fuimos a ver la Plaza de España, donde empezaron a congregarse feligreses que anunciaban la llegada de una nueva procesión y huimos de nuevo.
Lo mejor/la sorpresa del día: el ambiente de Semana Santa, mucha (demasiada) procesión y todo el mundo en la calle.
Lo peor/la decepción: el caos vivido en el Casco Antiguo, y la imposibilidad de salir del centro.
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